Son junto a los elfos, la raza mortal que tiene más sensibles a la Danaria y que está más dotada en sentir todas las magias existentes en el mundo. Muchos de ellos son capaces de invocar conjuros que a otros les llevan toda una vida perfeccionar y, a diferencia de otros ejércitos, en vez de invocar armas mágicas, ellos siempre encantan sus lanzas, hachas, cuchillos y espadas para que las llaman aparezcan sobre las mismas cuando se inicia una batalla. De ahí el nombre guerreros del fuego.

La superstición y falta de cultura ha hecho que esta especie sea conocida en todo Ercleón como demonios, forma con la que muchos se refieren a ellos. También se les llama los niños de Érregosa, los baldíos o los guerreros del fuego. Puede que sean, junto con los elfos, la raza mortal que tiene más sensibles a la Danaria. Muchos de ellos son capaces de invocar conjuros que a otros les llevan toda una vida perfeccionar. A diferencia de otros ejércitos, en vez de invocar armas mágicas, ellos siempre encantan sus lanzas, hachas, cuchillos y espadas para que las llaman aparezcan sobre las mismas cuando se inicia una batalla. De ahí el nombre guerreros del fuego.

Los aremonianos son altos, fuertes, inmunes a muchísimas enfermedades ordinarias y de una resistencia difícil de agotar. Son capaces de sobrevivir sin comer y durante largos períodos de tiempo y pueden pasar hasta cinco días sin beber una sola gota de agua. Poseen pieles morenas, orejas picudas, ojos rojos y, lo más característico, un par de cuernos que brotan de sus cráneos otorgándoles ese aspecto que muchos relacionan con lo demoniaco.

Su tierra se llama Aremonia, llano de demonios. Fue así como la llamaron los exploradores que les encontraron durante los comienzos del Imperio. Aunque este pueblo suele empezar sus relaciones con una actitud pacífica, la mayoría tardan muy poco en ver en ellos los rasgos de las entidades a las que más temen. Las leyendas han empañado la realidad y se les atribuye todo tipo de cualidades que son meras fantasías. Lo que es un hecho es que, tras la conquista imperial de Aremonia, muchos pasaron a ingresar a la Orden Iali, donde fueron responsables de algunos de los avances más importantes de la magia en colaboración de los investigadores elfos. Muchos de ellos tuvieron una participación crucial a la hora de implantar el transporte de portales en todas las provincias del Imperio y, entre los agentes de la Orden, estos seres son de los conjuradores más eficaces.

Son realmente buenos a la hora de combatir a verdaderos demonios, ninguna otra especie de Ercleón puede superar su capacidad para crear y viajar a través de portales mágicos y saben hacer retroceder los efectos de la maldición más devastadora. Por estas razones, a los aremonianos que forman parte de la Orden Iali se les suele encomendar las misiones que implican plantar cara a los vampiros, licántropos u otras criaturas víctimas de los males beredóricos. Por desgracia, sus grandes labores para mejorar y defender el mundo han sido insuficientes para que la gente de a pie o con escasa formación deje de ver en ellos una relación con los entes demoniacos.

Su destino ahora es incierto, pues, tras la marcha de las legiones ebénicas de Aremonia, su hogar ha sido ocupado por los feudos iáropes, donde el despótico Durgoran el Inamovible ha impuesto un reino del terror y sometido a un gran número de aremonianos. El último de ellos que le plantó cara fue el héroe Korvan, quien, tras ser derrotado en batalla, desapareció y dejó una gran incertidumbre para todos los niños de Érregosa.


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