Los elfos de Ercleón o debirios son casi idénticos que los humanos a excepción de las reconocibles orejas picudas. Es cierto que tienden a ser un poco menos corpulentos y acostumbran a tener una belleza por encima de la media. Aunque, su rasgo principal y más reconocible son los ojos, cuyos colores varían desde el plata, el oro, el cobre, el púrpura o hasta del negro propio de lo desconocido.                                                                                                              

Por supuesto, otra característica muy marcada de los vástagos de Prisco es la abundancia de sensibles a la Danaria que existen entre ellos. Si en Ercleón hay de media cuatro de cada diez personas sensibles capaces de hacer magia, entre los elfos esa proporción se incrementa en seis de cada diez. Entre los altos elfos lendulios de Debiria esa proporción llega a ser de siete frente a diez.

Como especie están divididos en las siguientes etnias: lendulios, vadarios, umainos y esnerios.                                                                                                    

Los primemos son los más antiguos y desarrollados, los altos elfos de Ercleón. Amantes de la astrología, las ciencias y las artes. La mayoría de estos han habitado en Debiria, un país asentado en las orillas del rio Pírir en el que, según las leyendas, nació Prisco, el primero de todos los elfos.                                                   

Los vadarios, habitan en ciudades o poblaciones mucho más próximas a las extensiones boscosas o incluso en urbes amalgamadas con los árboles. Mucho más vinculados con la vida campestre, podéis considerarlos los elfos silvanos de la región.                                                                                                                    

Los umainos son una etnia tan desarrollada como los lendulios, solo que más unidos a la espiritualidad, lo sobrenatural y la hechicería en sus alcances más cuestionables. Son los elfos oscuros de este mundo.                                                                                 

Por último, están los esnérios, llamados elfos de sangre, los más extraños de todos. Quedan pocos que se mantengan fieles a esta cultura, pues son amigos de los augurios y los rituales paganos. Viven recluidos en su mayoría en bosques de difícil acceso, montes solitarios o ciudades apartadas de las grandes naciones de Ercleón.                                                           

De la misma forma, estas cuatro divisiones cuentan con tribus mas reducidas derivadas de las grandes ramas élficas. Lo que pasa es que se han vuelto tan pequeñas y se han mezclado tanto con otras poblaciones y culturas que, al final, es más sencillo agrupar a los elfos entre las cuatro divisiones principales.

Rey Dólanas III. Monarca de los altos elfos de Debiria durante la Batalla del Cenebro

En teoría, todos los miembros de esta raza proceden de los iádanos, sus ancestros más antiguos. Los registros ebénicos más antiguos hablan poco acerca de ellos. En El Compendio, se dice que personajes como Iarmahal o Luxord son iádanos. De ser así, los elfosllevarían tanto o más tiempo en Ercleón que los ebénicos.                                                                                                                   

Su esperanza de vida es difícil de estimar. Hay quienes creen que son inmortales dado que esta raza jamás envejece. Puede que sus cabellos clareen con el paso de los siglos o que ciertas arrugas mellen el cutis de su piel, pero ahí queda todo su deterioro. Sin embargo, se sabe de muchos elfos que han muerto en sus hogares en medio de la tranquilidad del sueño. En estos casos siempre fueron son circunstancias difíciles de aclarar y no se ciñen a una franja de edad concreta. Hay elfos que han fallecido poco después de cumplir un siglo, otros permanecen con vigor y entereza teniendo más de diez mil años, aunque estos últimos son una rareza.                                                                                                                                  

Más allá de lo que den sus vidas, la mayoría mueren antes por la mano de algún enemigo por mera estadística antes que por causas naturales. Lo que está claro es que los elfos de Ercleón son mortales. Sea al cabo de toda una Era o en el transcurso de la vida de un humano, sus ojos terminan por cerrarse y sus alientos tienen una última exhalación esperándoles en algún punto del futuro.

Hay un debate eterno respecto a este asunto: unos opinan que hay estirpes de elfos menos puras, que se han mezclado con tras especies y, como fruto de esas uniones, han surgido los semielfos, mestizos de vidas más fugaces y capacidades mágicas más reducidas. Esta teoría tiene sentido hasta que se menciona casos como Pelcóropes, un mestizo nacido de una humana ebénica. Este famoso semielfo tiene en su haber más de ochocientos años, una vida más larga que la de muchos elfos de sangre pura.                                      

Esto lleva a pensar a algunos que la esperanza de vida de los elfos, tal como sucede entre los humanos, puede depender en gran medida de las razones que se tengan para vivir. Hay miembros de esta especie que sienten amargura al recordar las largas edades que han dejado tras de sí, Otros, por el contrario, utilizan el don de la larga vida para emprender proyectos que los esporádicos seres humanos no siquiera podrían soñar. Elfos como Pelcóropes son una parte muy activa de la Cira-Mágir, el órgano de gobierno principal del Imperio. Además, merece la pena señalar que este mestizo tiene una vida muy activa contando con diversos proyectos e iniciativas en su haber.                                                                                                                     

Sin importar cuál de las teorías acerca de la esperanza de vida sea cierta, lo que está claro es que son una especie muy antigua que, con existencias largas como un siglos, poseen más recuerdos y datos más veraces del mundo y sus eventos.

De igual modo, las cuatro etnias élficas han proliferado en toda Berena, estando los debirios presentes desde el estrecho de Lágoros hasta la nación que fundaron a orillas del rio Pírir. La gran y poderosa Debiria es la cuna de su civilización. Esta potencia dio nombre a toda esta especie, aunque haya ramas de los elfos que jamás hayan puesto un pie allí. Debiria es una de las potencias más famosas del Oeste: ha sido inspiración de epopeyas y canciones, algunos de los más grandes héroes de la historia de Ercleón nacieron allí y la guerra que libraron contra el imperio ebénico fue tan terrible como épica una vez los poetas y cronistas se ocuparon de inmortalizar sus pasajes.


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