Centauros

De todas las razas de Ercleón, los potros de Ábapa o los jinetes de la llanura son, por su aspecto híbrido, los más llamativos y curiosos. Es por ello que muchos llaman centauros a estas criaturas.

Los centauros de Ercleón son distintos a los de otras tierras. En vez de tener el cuerpo de un humano sobre el de un caballo, tiene una anatomía mezclada. Pueden vivir unos trescientos años sin mucho problema. Se trata de seres fuertes y resistentes, casi incansables. Pueden dormir muy poco tiempo y aguantar durante toda una jornada sin apenas desgastarse. Incluso son capaces de dormir de pie. Pero lo más llamativo de su aspecto son sus seis extremidades, rematadas en tres dedos cada una. Estas se reparten a lo largo de sus dos cuerpos, uno como el de un equino y otro como el de un torso humano.

El cabello crece en sus cabezas con abundancia y un espeso vello corporal recorre tanto el cuerpo equino como el torso humano. A pesar de que sus rostros tienen rasgos de caballo son hermosos: de ojos grandes, penetrantes y con colores marrones, amarillos o jade. Los hay morenos y de piel oscura, aunque, los que viven fuera de Heledia, son más pálidos.

Hay pocos sensibles a la Danaria entre ellos y los que nacen con esta facultad suelen ser marginados u obligados a convertirse en sacerdotes del culto astrológico

Los centauros se graban elaborados tatuajes en sus patas, manos y torsos. Algunos de estos dibujos son los mensajes que han interpretado los sacerdotes de su pueblo, otros son símbolos de victorias en competiciones. Se sabe que cuando se desposan, unión que mantienen de por vida, los cónyuges se graban el nombre de su cónyuge, así como el de la descendencia que surja de este vínculo.

En todo ólope, existe el deseo de demostrar fiereza y valor. Sus corazones son guerreros, pero sus mentes suelen volar lejos de la realidad inmediata. Aquellos que han tratado de dominarles han tenido un destino fatal. Los más viejos y reflexivos educan a los jóvenes para que canalicen ese vigor propio de la juventud en vez de malgastarlo en distracciones.

Por norma general, son callados, ríen poco y bromean aún menos. Tienden a retirarse de los asuntos terrenales y sus reflexiones y pensamientos se los guardan casi siempre para ellos o sus más cercanos allegados.