Orden de los monjes Arasteos

La religión termecoria es el culto más extendido en el Imperio ebénico. Una de sus ramas más famosas y respetadas es la Orden de los Arasteos.

Consagrados a la diosa Arás, los monjes de esta institución son firmes defensores de la fe termecoria, solo que desde un prisma más laxo en sus gomas y activista en sus acciones.

Su principal iniciativa es la caridad, la acción miliciana allá donde puedan surgir los peligros e incluso se ofrecen al voluntariado o la mano de obra en ciudades, pueblos y territorios que lo requieran.

Son de los pocos ebénicos que sostienen que un juramento se puede quebrantar en caso de vida o muerte, están abiertos al empleo de la conjuración y creen que permitir hallar la muerte a un moribundo o alguien senil es un acto piadoso.

Su reputación se ha forjado en una larga historia de asistir a ejércitos como fuerza de choque en cruzadas en contra de reinos despóticos y tiránicos. Fueron de los pocos que estaban listos cuando Ar Rabatah lanzó su ataque sobre el Cenebro.

Aceptan en su orden a todas las razas existentes. Ni siquiera hacen ascos a los aremonianos, vinculados con los demonios y a una terrible y larga serie de leyendas negras.

Inspirados en la propia naturaleza del agua, elemento al que veneran, crearon el arte marcial Arás Fer, la fuerza del agua. Este estilo de lucha que se apoya en movimiento rápidos, ágiles y también fuertes. Hasta desprovistos de armas y sin usar hechizos, los monjes arasteos pueden ser terribles adversarios con los que es mejor evitar la lucha.