Uno de los mayores logros de los béredor fue detener la misma muerte. Su medicina era lo bastante avanzada como para erradicar virus mortales y otra clase de graves enfermedades. Tras las más comunes intentaron derrotar al mayor de todos los males. Investigación tras investigación, experimento tras experimento, tratamiento tras tratamiento… Todo resultó en vano. La cura para el morir parecía inalcanzable. Lejos de rendirse, los investigadores y hechiceros béredor siguieron haciendo pruebas; aplicaron nuevos conjuros, realizaron rituales de naturaleza perversa y llevaron a los limites más siniestros sus poderes y conocimientos. Así lo hicieron hasta dar con la clave que derrotó a la muerte de una vez por todas.  Al final, los béredor obtuvieron su objetivo. No obstante, el precio de semejante hazaña fue que aquellos que contrajeron el virus válon, el remedio contra la mortalidad, quedaron convertidos en bebedores de sangre, vampiros. Estos poseen habilidades tan impresionantes como fatales debilidades que han cambiado su vida para siempre…

Los vampiros de Ercleón o valónicos son víctimas del virus creado por el hechicero béredor Ávalir dug Válon. Este mal erradica los efectos de la vejez, aumenta la fuerza física, otorga una enorme agilidad y dota al infectado de una facultad de regeneración casi total. El inconveniente de esto es que el virus altera de tal forma al organismo de la persona que esta requiere del consumo constante de sangre de otros seres para no debilitarse. La sed por esta sustancia es como el hambre. Se requieren de diversas dosis diarias para que el vampiro conserve sus fuerzas. Se cree que los vampiros pueden subsistir tan solo de esta forma, pero, en realidad, el consumo de sangre no es sustituto a la ingesta de alimentos para estar nutridos y acceder a todas sus facultades y poderes. Otra desventaja del vampirismo valónico es la exposición a la luz solar. Esta no es letal de manera inmediata, sino que el contacto con su piel les provoca daños que se manifiestan en quemaduras y heridas graves. Expuestos el tiempo suficiente, estas dañarán de forma irremediable al vampiro provocando su muerte. La mejor forma que el válon tendrá para curarse, será consumir sangre, lo cual, le devolverá sus poderes, entre estos, la facultad curativa que borrará todo rastro de daño. La mejor manera de matar a un vampiro es con fuego, armas de plata, la decapitación o destruir su corazón con una estaca u otra arma. Hay quienes creen que el metal nerio les resulta mortal, aunque, como la plata, este material también resulta fatal para otros monstruos y criaturas. Una vez una persona contrae el virus válon esta se vuelve más pálida y sus ojos se tornan color rojo, verde o negro. Su enfermedad puede ser transmitida por medio de mordeduras, cortes, saliva e incluso contacto íntimo. Los válon adquieren una fuerza equiparable a la de una amazona o un gigante, se vuelven tan rápidos como el vuelo de un halcón, consiguen se ágiles como los elfos y son extremadamente diestros en el arte de cambiar de forma. Todas las razas son susceptibles de contraer el virus, excepto los enanos, invulnerables a casi todas las enfermedades, tanto las que son creadas por la naturaleza de manera directa como aquellas infecciones obra de los béredor. Si la especie ya era fuerte, rápida, ágil o diestra en la transformación, sus habilidades naturales tan solo se verán aumentadas. Siempre y cuando, por supuesto, el válon este consumiendo sangre en cantidades adecuadas. Tan pronto este cese en tomar las dosis se verá privado de estos poderes y comenzará a debilitarse hasta morir de inanición como cualquier otro mortal.

Durante siglos, el Imperio béredor tuvo en alta consideración a los infectados por el virus válon. Con la caída de esta potencia, los ebénicos fueron mucho más severos y los persiguieron y purgaron de sus territorios. Aunque el estatus quo de estos seres ha ido variando con el tiempo, muchos temen y toman distancia con los infectados vampíricos. En la actualidad, hay vampiros que se han registrado en el censo de Validia y habitan como ciudadanos de pleno del Imperio ebénico. Otros, con un rencor que ni el transcurso del milenio borrará, viven en sus propias bases, fortalezas, guaridas o en la tiránica nación de Valonia, donde los señores vampiros someten a grandes poblaciones a su yugo para siempre poseer alimento. Existen células y clanes de vampiros instalados en las sociedades modernas, unas más hostiles y radicales y otras que prefieren la sutil y pactada convivencia. Se especula que hay redes de tráfico de prisioneros, criminales o drogadictos que son usados como alimento para los vampiros. Hasta que punto es verdad el siguiente rumor tan solo lo saben los infectados válon y sus desafortunadas víctimas.


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